¿Y ahora qué?

Ya está. Ya pasó. La cuenta regresiva quedó en menos diez. Ya conociste la nieve, te la comiste, la aplastaste, la derretiste, la compactaste para tirársela a alguien. Ya conociste Genux y dijiste "como se pone esto, no me quiero ir más" y cantaste hasta que salga el sol, te quedaste hasta las 5 de la mañana a que te echen del boliche. Ya hiciste Rafting, te empapaste, te dolieron los brazos, te golpeaste con todos arriba del gomón, te dolió todo, tomaste el agua cristalina del río Limay, te impresionaste con los paisajes y no paraste de reírte. Ya conociste Grisú, te perdiste, los perdiste a todos, te bancaste a las pibas en pedo, bailaste arriba de la tarima sin importarte nada. Ya conociste ByPass, te flasheaste con los juegos láser, gritaste como loca, hiciste todos los pasos habidos y por haber, hiciste pogo con la banda, saltaste, te caíste, te volviste a levantar y seguiste saltando. Ya te tiraste del Canopy y te pegaste el peor cagaso de tu vida. Ya conociste Cerebro y al robot ese de mierda del que todos hablaban, lo pateaste malignamente por que no te fascinaba, pasaste el fernet y la mina de la puerta ni se percató. Ya boludeaste en el centro con tus amigas, hiciste de las tuyas, dieron millones de vueltas, gastaron banda de guita, tomaron helado y compraron escabio. Ya conociste Puerto Rock, pogueaste a lo loco, te pegaste a la valla para ver tocar a tu banda preferida, gritaste sin parar de tal forma que te quedaste difónica por cuatro días, le diste duro y parejo al Fernet con el 2x1 que le robaste a la gente. Ya caminaste de la mano con la única persona♥ que te pone los pies en Marte y con cada sonrisa, cada risa te enamora todos los días, y que más allá de que te hayas peleado la mayoría de los días, hayas disfrutado hasta cada pelea porque era allá y era con él. 
Y cuando uno va viajando habla con sus compañeros de lo cansado que está, como va a dormir cuando llegue (o como va a dormir en el micro) y cuanto va a comer. Y  uno llega, hace todo lo que tenía planeado. Duerme, come, se baña, desarma el bolso, cuenta todo lo que vivió a quien le pregunte, mira las fotos y el vídeo, se sienta, se saca toda esa adrenalina acumulada y se pregunta: ¿Y ahora qué? 
Y uno no quiere saber que sigue. Porque es tristísimo. Sabe que se tiene que poner las pilas con el colegio, tomar todas esas energías que le ponía a la ansiedad de Bariloche y aplicarlas en los trescientos mil trabajos prácticos que le mandaron del colegio. Ya está. Eso fue todo. La vida sigue. Pero desde otro punto de vista. Era cierto el antes y el después de Bariloche. En el antes sentís curiosidad y nervios. En el después depresión. Se termina tu escuela secundaria en menos de dos meses. Y lo que sigue es peor. Otro mundo. 
Encima esos ocho maravillosos días se pasaron increíblemente rápidos. No tiene nombre para explicar toda la adrenalina, ansiedad y felicidad junta que se siente cuando estás allá.
He aquí mi depresión post Bariloche. 


Bariloche botón, Bariloche botón te pasaste volando la puta madre que lo parió ♪